viernes, 14 de noviembre de 2008

LA OTRA CARA DE ÍCARO

Abro los ojos, no sé si los tengo abiertos, todo es oscuro y opaco a mi alrededor. Con imperceptible movimiento tanteo la rígida y gélida superficie sobre la que yazgo... Suenan engranajes metálicos mendigando lubricante. A contracorriente mi cuerpo vuelve a mi cuerpo, los miembros esparcidos se recogen en un interrogante fetal. El calor que generan mis entrañas va invadiendo las entumecidas extremidades... No puedo levantarme. Mi energía se disipa, se derrama por las heridas. Silencio... ¿Alguien engrasó la maquinaria? Sé cuál es mi camino, pero no lo encuentro...

Medusa Radek

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