martes, 14 de abril de 2009
Asedio
-¿Está usted cansado, señor?-. Me habló la voz. Y repentinamente me dormí, plácidamente mecido por la lluvia Trasmutado en viola Remordido por gigantes bocas de rojo enmarañadas. Risas paganas Amor violeta y gris Miradas cruzadas y suaves deseos. Deseos... Deseos... -Señor-, insistió la voz -¿Necesita ayuda?- Al amanecer me iré despacio, sobre esa nube... olfateando el norte, como perro de hocico frío, arrebatado al mar... Ahora no puedo, mis piernas pesan. Mi voz es baja, mi aliento escaso. Primero levantaré el pie, luego los brazos... Y detrás, ese mundo azul de manchas mordido. A pesar de este vuelo de buitres. D.L.
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