Cuando llueve
y la tierra huele a infancia
y a recuerdos...
Y el asfalto se oscurece
y se eleva junto a las nubes.
Y las palomas corren
a ocultarse...
Y tiembla en los cristales
la luz tenue.
Y se apaga el silencio
sobre la carretera...
Y lloran los árboles
su calma gris.
Y el aire se hace húmedo,
y se pega a tu piel...
... Y brotan los paraguas
sobre la calzada.
Y resbalan las gotas,
como las imágenes
de tus besos cansados,
que permanecen presos
en mis palabras...
Y me veo corriendo
hacia ninguna parte...
.................................
salgo a refugiarme
entre tus brazos
-como lo hiciera ayer-
sin permiso,
y sin que me descubras...
Y te aprieto a mi lado
con fuerza,
empapándome de ti,
aunque tú ya no estés,
como tampoco se han quedado,
-tras la tormenta-
las palomas escondidas,
ni las gotas
que en mi cristal
dibujan su huella
cuando llueve.
D.L. 1995
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