"Siempre he sabido que he nacido para dominar vuestro sexo y vengar al mío". "Si quiero a un hombre, lo consigo. Y si él quiere contarlo, descubre que no puede". Marquesa de Merteuil. (Obra: Les Liaisons dangereuses. Autor: Pierre Ambroise Choderlos de Laclos. Amiens, 18 de octubre de 1741 – Tarento, 5 de septiembre de 1803)
La desigualdad entre mujeres y hombres ha sido patente y manifiesta en todos los ámbitos y a lo largo de la historia. No se les mide por el mismo rasero. El embudo se ensancha en cuanto al hombre y lo que se valora en él, la mujer tiene que transitar por la parte estrecha y oscura de la vida. El vizconde de Valmont, como hombre que es, hace alarde de su condición de libertino y goza de una buena reputación por ello. Es bien sabido que las mujeres "liberadas" en lo que se refiere al sexo son calificadas como ligeras de cascos, por no hacer un listado de epítetos a cual más denigrante y ofensivo.
El varón goza del beneplácito social cuando es promiscuo y libertino, afianza su condición de macho. Lo hace abiertamente porque le está permitido y su prestigio no sufre por ello. Lo cuenta, lo relata, visibiliza sus hazañas y conquistas y la sociedad le aplaude. La mujer que sucumbe a sus encantos será "apedreada" por la sociedad, repudiada y vejada.
La marquesa de Merteuil, en su condición de mujer sin libertad de acción, aprende desde muy joven que es necesario disimular, mentir, fingir, llevar una doble vida. Su rango social, aristócrata viuda y su sexo, la obligan a comportarse con hipocresía. Por una parte quiere salvaguardar su reputación y para ello desarrolla habilidades para manipular a los/las otros/otras para conseguir su respeto y protección. El otro lado es el de una mujer inquieta por saber, conocer de las emociones y pasiones humanas. Se estudia y estudia a los demás para controlar la situación y poder actuar con libertad. Para ella la viudedad es liberación pero sigue sometida a la presión social que mantiene a las mujeres constreñidas en el corsé de la dominación.
El vizconde usa también estas mismas armas, pero para seducir y lograr la deshonra de sus víctimas. Forma parte de su naturaleza y por tanto es legítimo que actúe de esta forma. El actúa en el ámbito público y se exhibe tal cual es. Ella tiene una doble cara: la que muestra a la sociedad que es la que ésta quiere ver (discreción, sencillez, sumisión, moderación) mientras que en el ámbito privado se muestra tal cual ella quiere hacerlo, poniéndose la careta que en cada momento quiere dejar ver.
Esta doble vida que ha de llevar la mujer si quiere ser libre, es una constante a lo largo de la historia. Es la tensión entre el deber ser y el ser. En Las amistades peligrosas, la mujer, encarnada en la Marquesa de Merteuil, es el personaje maquiavélico que utiliza y manipula emocionalmente a los otros. El vizconde lo hace con la legitimidad que le otorga el ser varón. Ella es el lado oscuro mientras que el hombre cuando seduce es un héroe y al ser seducido se convierte en víctima. La mujer que seduce es una bruja y la mujer seducida una deshonra.
La mujer transgresora, sus palabras y pensamientos siempre se ponen en entredicho. "Vete a casa que es donde tienes que estar" La divergencia y la transgresión tienen un precio personal y social.
Estos modelos siguen perdurando hasta nuestros días, se transfiguran de muchas maneras pero lo cierto es que el hombre en su plena libertad siempre puede accionar sin sentir la presión social, la mujer sigue constreñida dentro del velo de la hipocresía.
Ilustración de la carta XCVI de Liaisons Dangereuses, 1796.
Autora: Patricia Aragón.
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